miércoles, 2 de octubre de 2013

Chéjov y otras relecturas

"Creo que releer es más importante que leer, salvo que para releer se necesita haber leído", expresó una vez Jorge Luis Borges. No sé cuál de estas actividades puede considerarse más importante, pero lo que sé es que volver a leer un libro puede ser una experiencia tan interesante como leerlo por primera vez.

Hace un tiempo me propuse releer algunas obras que había leído en el pasado y el resultado fue, en algunos casos, sorpendente. Por ejemplo, disfruté considerablemente de la relectura de Viaje al centro de la Tierra, de Verne, y me decepcionó un poco una obra como La invención de Morel, de Bioy Casares, que en la primera lectura me había parecido mucho más atractiva. (Hay que agregar aquí que muchas de las versiones cinematográficas que se hacen de Verne tienen muy poco que ver con sus libros; tal es el caso de la adaptación que se hizo hace algunos años de la mencionada novela.)

De los cuentistas clásicos, experimenté una mayor fruición volviendo a leer a Maupassant que intentando leer los Cuentos completos del celebérrimo Edgar Allan Poe. Es innegable que Poe escribió muchos cuentos excelentes, como "Manuscrito hallado en una botella" o "El corazón delator", pero en su obra hay también varios relatos paródicos que, probablemente, han perdido cierto interés. Tal vez sea mejor leer una buena selección de los cuentos del escritor norteamericano que proceder a la lectura de la totalidad de sus relatos.

Antón P. Chéjov
Entre los autores que proyecto volver a leer se encuentra, también, Antón Chéjov (1860-1904). Este escritor ruso destacó de forma excepcional en la doble faceta de dramaturgo y cuentista, dejando tras su breve vida numerosos relatos. La lectura de una selección de sus cuentos (Cuentos imprescindibles), hace ya varios años, fue en general una experiencia agradable. Recuerdo cómo muchas veces podía sentirme identificado con los sentimientos de sus personajes, a pesar de pertenecer a otra época y a otra cultura. Algunos de sus cuentos son buenos ejemplos de historias tristes, pero Chéjov tenía una gran capacidad para retratar situaciones y sentimientos. Destacó, de igual forma, en los aspectos técnicos de la escritura.

Por lo dicho más arriba, sin embargo, puede llegarse a la conclusión de que, si antes de leer un libro por primera vez no sabemos con qué nos encontraremos, aunque hayamos leído o escuchado ya algún comentario, al volver a leer una obra leída tiempo atrás la situación no parece ser muy distinta. Tal vez sepamos de forma aproximada con qué nos encontraremos, pero no podemos saber exactamente cómo reaccionaremos frente a la lectura en esta nueva ocasión.

Todo esto me lleva a preguntarme: ¿Qué me depararán esta vez los cuentos de Chéjov?

4 comentarios:

  1. Ciertamente leer y releer dejan un sabor de boca distinto...
    Un artículo interesante.

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    1. Gracias Elia. Así es, alguien dijo también que cada vez que releemos un libro, leemos un libro distinto.

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