jueves, 17 de octubre de 2013

La vuelta al mundo en algunos títulos

Algunas veces he pensado que la gente da demasiada importancia a los títulos a la hora de decidirse a leer un libro, y que por eso deja de lado algunas buenas obras que tal vez no cuentan con un título muy llamativo. Parece cierto que, por lo general, un buen libro tiene un título igualmente bueno, pero esto no siempre es así.

Detrás de muchos títulos famosos hay historias bastante menos conocidas. El título que había elegido Herman Melville para su obra más célebre, Moby Dick, era el insulso "La ballena", y el que Gabriel García Márquez había imaginado para su también libro más célebre, Cien años de soledad, era "La casa". En el primer ejemplo, fueron los editores los que decidieron reemplazar el título; en el segundo, el propio autor tuvo la acertada idea de modificarlo antes de enviar la obra a una editorial.

Un tipo de título que suele provocar un buen efecto es el que une dos sustantivos mediante la partícula "y": Orgullo y prejuicio, de Jane Austen; La guerra y la paz, de Lev Tolstoi; Crímen y castigo, de Fedor Dostoievski; El ruido y la furia, de William Faulkner. A su vez, éste último está tomado de un verso de Macbeth, la obra de Shakespeare.

¿Sueñan los androides con ovejas
eléctricas?
, de Philip Dick
Los trabajos y los días se titula una obra del poeta griego Hesíodo. Marcel Proust sustituyó una de las palabras de ese título para nombrar a su primera publicación: Los placeres y los días. Finalmente, la argentina Alejandra Pizarnik reemplazó la otra palabra principal del título de Hesíodo para dar lugar al título de uno de sus principales libros de poemas: Los trabajos y las noches.

Un ejemplo similar, pero tal vez más curioso, es el vinculado a un libro de Julio Cortázar. Tomando el título de una de las obras más conocidas de Jules Verne, La vuelta al mundo en ochenta días, Cortázar invirtió dos de sus términos para titular una obra miscelánea como La vuelta al día en ochenta mundos.

Hay ciertos títulos que -aunque con el tiempo nos resulten familiares- parecen deliberadamente extraños, como ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, novela de Philip Dick llevada al cine con el título de Blade Runner, o La insoportable levedad del ser, de Milan Kundera. Algunos títulos de colecciones de cuentos de Raymond Carver incluyen la repetición de una palabra, como ¿Quieres hacer el favor de callarte, por favor? o De qué hablamos cuando hablamos de amor.

Termino con una cita de Hemingway: "Después de terminar un cuento o un libro, escribo una gran lista de títulos tentativos. He llegado a escribir hasta cien. Luego, comienzo a eliminar los que no me gustan, uno por uno. La mayoría de las veces, lamentablemente, los descarto a todos."

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