En una filmación que puede
encontrarse en Internet se ve a Mark Twain, ya viejo, de pie a la entrada de su
casa en Redding, Connecticut, diciendo algo. En la siguiente escena aparece caminando por un sendero que rodea la casa; luego vuelve a
transitar el mismo camino. En una segunda parte del video lo encontramos en compañía
de sus hijas Clara y Jane (“Jean”), tomando el té mientras conversan. Luego un
criado le trae el sombrero a una de ellas y después se levantan, empiezan a
caminar y entonces termina la película.
Esta filmación -realizada por Thomas Edison en una visita que hizo al escritor en 1909- puede, al menos en un primer momento, causarnos cierto asombro. Relacionamos el nombre de Mark Twain (Samuel L. Clemens) sobre todo al siglo XIX, y de hecho cuando se filmaron estas escenas el cine tenía poco más de una década de existencia. Sin embargo, lo cierto es que el escritor estadounidense mostró a lo largo de su vida un profundo interés por la ciencia y la tecnología.
Mark Twain en el laboratorio de Tesla |
Pero Twain no tenía una destreza
especial para los negocios y, aunque ganó mucho dinero con sus obras
literarias, perdió grandes sumas en diversas inversiones, por lo general
relacionadas con inventos y tecnología. Una de esas inversiones fue la
destinada a la compositora Paige, una máquina diseñada para sustituir al
tipógrafo humano en las imprentas. Se trataba de un ingenio mecánico muy
avanzado, pero muy complejo y que necesitaba continuos ajustes. Invirtió en
ella enormes cantidades de dinero entre 1880 y 1894, pero pronto quedó obsoleta
por la introducción de la linotipia. El escritor perdió la mayor parte de los
ingresos obtenidos con sus libros y sólo pudo recuperarse gracias a nuevos
escritos y conferencias, así como a la ayuda de su nuevo amigo Henry H. Rogers,
directivo de la Standard Oil.
En su obra literaria, el libro
que mejor refleja ese interés por la ciencia es probablemente Un yanqui en la corte del rey Arturo (1889).
Su protagonista, un estadounidense del siglo XIX, viaja a través de un “túnel
del tiempo” a la Inglaterra
de la Edad Media
y allí introduce la revolución industrial. Con el tiempo, este se convertirá en
un tipo de argumento frecuente de la ucronía o historia paralela, un subgénero
de la ciencia ficción.
El cometa Halley |
Su deseo se cumplió: murió en
Redding de un ataque al corazón hacia las seis de la tarde del 21 de abril de 1910, a los 74 años de
edad, el día anterior al perihelio del retorno del cometa a la Tierra.